Propósito: La neurotuberculosis es una forma relativamente común de tuberculosis y se puede observar en el 1-10% de los pacientes de tuberculosis sistémica y puede presentarse en varias formas. Las lesiones oculares se observan con frecuencia, con mayor frecuencia lesiones del nervio óptico. Se dispone de datos limitados sobre los tubérculos coroideos. Se realizó un estudio prospectivo 1) para determinar la prevalencia de tubérculos coroideos en una cohorte de pacientes de neurotuberculosis, así como su prevalencia relativa en las diversas manifestaciones morfológicas y 2) para estudiar el papel de la infección tuberculosa sistémica coexistente.
Métodos: Estudio observacional transversal prospectivo aprobado por el IRB. Una cohorte hospitalaria de pacientes se sometió a una evaluación detallada física, de laboratorio y ocular.
Resultados: Se evaluó a un total de 52 pacientes (20 hombres, 32 mujeres) con tubérculos en 23 ojos (18 pacientes, 34,6%). Veinticuatro pacientes (46,12%, 16 mujeres, 8 hombres) presentaron granulomas intracraneales y 28 (53,8%, 16 mujeres, 12 hombres) presentaron meningitis tuberculosa. Se observaron tubérculos en 10 ojos de 8 (28,5%) pacientes con meningitis tuberculosa y en 13 ojos de 10 pacientes (41,6%) con granulomas intracraneales. Este resultado no es estadísticamente significativo. Veintisiete pacientes (51,9%) presentaron neurotuberculosis sin infección sistémica, mientras que 25 (48).1%) los pacientes tenían focos sistémicos. Se observaron tubérculos en 18 ojos (13 pacientes) con focos sistémicos y en 5 ojos (5 pacientes) de neurotuberculosis sola. La odds ratio para la presencia de tuberculosis sistémica cuando hay tubérculos coroideos es de 5,6 (intervalo de confianza del 95%: 1,39-24,49, estadísticamente significativo ).
Conclusiones: Los tubérculos tuvieron la misma probabilidad de presentarse en cualquiera de las manifestaciones de neurotuberculosis, y su presencia se relacionó con la presencia de foco sistémico de infección tuberculosa. La presencia de tubérculos coroideos puede servir como marcador diagnóstico de la presencia de una infección sistémica subyacente.