En 1997, el anticuerpo quimérico anti-CD20 rituximab (MabThera) se convirtió en el primero aprobado por la FDA para el tratamiento del cáncer. El rituximab se convirtió en uno de los bioterapéuticos anticancerígenos más exitosos del mundo y se ha utilizado de forma recurrente para tratar una amplia gama de enfermedades, incluidos diferentes cánceres de la sangre y enfermedades autoinmunes.
Pero hasta marzo de 2020, la FDA o la EMA solo han aprobado otros 8 anticuerpos quiméricos, lo que representa un poco más del 10% de todos los anticuerpos que se utilizan actualmente en la clínica.
El último anticuerpo quimérico que se aprobó fue el isatuximab (Sarclisa®), diseñado para atacar la CD38 (ADP-ribosil ciclasa 1). La molécula de IgG1 quimérica para ratón y ser humano, desarrollada por ImmunoGen y Sanofi-Aventis, se está utilizando ahora para tratar a pacientes con mieloma múltiple refractario en recaída. Además, este anticuerpo puede resultar eficaz en el tratamiento de neoplasias hematológicas malignas.
La tasa reducida de aprobaciones de anticuerpos quiméricos, en contraste con sus homólogos humanizados y humanos, refleja un interés decreciente en el desarrollo de anticuerpos quiméricos para aplicaciones clínicas. Sin embargo, en muchos casos, las moléculas quiméricas todavía se utilizan ampliamente en la etapa inicial de las estrategias de humanización de anticuerpos. Y dado que los anticuerpos humanizados todavía representan la mayoría de los anticuerpos (47%) aprobados clínicamente, la producción de intermedios quiméricos sigue siendo muy importante.
Más allá de la clínica, los anticuerpos quiméricos han demostrado ser herramientas útiles para el desarrollo de inmunoensayos, como ELISA. Dado que estas construcciones quiméricas se pueden producir fácilmente utilizando tecnologías recombinantes, a menudo se prefieren a los calibradores basados en suero o controles para inmunoensayos. También han demostrado ser útiles para el diagnóstico clínico.
Por ejemplo, los inmunoensayos serológicos destinados a detectar anticuerpos específicos en muestras de pacientes suelen depender del plasma seropositivo para calibradores o controles. Sin embargo, el suero tiene los mismos inconvenientes que los anticuerpos policlonales:
- variabilidad de lote a lote
- dificultades para aumentar la producción u obtener títulos altos
- limitaciones en términos de caracterización
El uso de anticuerpos quiméricos producidos recombinantemente permite la escalabilidad y estandarización de estos importantes controles y calibradores. Además, los estudios muestran que tienen una reactividad comparable a la del suero humano. Por esta razón, estas quimeras representan un compromiso importante que permite a los investigadores obtener anticuerpos activos y estandarizados para sus ensayos, sin la necesidad de humanizarlos completamente, lo que exacerbaría el costo y el marco de tiempo de desarrollo de estos reactivos.