A pesar de lo que los primeros psicólogos, como Freud, y los cristianos anti-psicología creen, la psicología y la espiritualidad son complementarias, no antitéticas. Actualmente, estamos viendo una creciente comprensión entre los terapeutas, tanto seculares como espirituales, de que la espiritualidad humana es una fuente de gran fortaleza. La espiritualidad imparte un significado metafísico más profundo a nuestras vidas. La fe cambia nuestra visión de nuestras propias deficiencias y debilidades y nos señala a un poder mucho más grande que cualquier cosa que poseemos. El componente espiritual de la experiencia humana es reconocido como una fuente viable de inspiración y fortaleza para producir cambios.
Más específicamente, cada vez más cristianos reconocen que las observaciones psicológicas iluminan nuestra comprensión de la cognición, la emotividad y la experiencia humanas. Mientras que la Biblia da algunas instrucciones muy específicas sobre cómo uno podría volverse más saludable emocional y espiritualmente, la psicología nos da una idea de la dinámica emocional y mental de nuestra experiencia y nos proporciona herramientas para promulgar las instrucciones de la Biblia. Permítanme ilustrar con algunos ejemplos.
Pablo instruye a los cristianos a tomar cautivo todo pensamiento y hacerlos obedientes a Cristo (2 Cor. 10:5). Cómo, específicamente, vamos a lograr esto? Los estudios muestran que la persona promedio tiene sesenta mil pensamientos que pasan por su mente cada día. La Terapia cognitiva proporciona las herramientas terapéuticas para ayudarnos a tomar conciencia de más de estos pensamientos e identificar nuestras creencias autolimitadas y distorsiones cognitivas para que podamos reemplazarlas con lo que sea verdadero, noble, correcto, puro, encantador, admirable, excelente y loable (Fil. 4:8).
En el libro de Romanos, Pablo nos instruye a no conformarnos más a los patrones de este mundo (Rom 12:1). La terapia psicoanalítica postula que los patrones que tienen el mayor impacto sobre nuestras emociones y comportamiento provienen de nuestra familia de origen. Lo que nos sucede en la infancia contribuye a cómo funcionamos como adultos. Utilizar la terapia psicoanalítica puede ayudarnos a comprender cómo nuestras experiencias durante la infancia afectan nuestra salud emocional y relacional y ayudar a cambiar estos patrones que limitan o controlan nuestro comportamiento.
En otra parte del libro de Romanos, Pablo nos anima a pensar en nosotros mismos de una manera diferente, a considerarnos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús (Rom 6, 11). En otras palabras, Pablo nos anima a contar una historia diferente sobre nosotros mismos, que es una de las intervenciones centrales de la Terapia Narrativa. Los terapeutas narrativos animan a los clientes a verse a sí mismos, no como víctimas o defectuosos, sino como separados de sus problemas. Pablo hizo exactamente lo mismo en Romanos 7, donde identificó el pecado como algo separado de sí mismo (Rom. 7:14-20).
Estos son solo algunos ejemplos que he descubierto donde la psicología informa los imperativos bíblicos. Imagino que se podrían hacer otras conexiones con otras modalidades terapéuticas. Ofrezco estos como ejemplos claros de la relación complementaria entre la verdad bíblica y las intervenciones psicológicas. Si «Toda la verdad es la verdad de Dios», entonces la observación psicológica de los procesos emocionales y mentales humanos, y las intervenciones desarrolladas a partir de esta observación, solo pueden ayudarnos a lograr la salud emocional y relacional que deseamos y no contradecirán la voluntad de Dios para nuestras vidas.