Los cítricos, de los cuales casi 50 millones de toneladas métricas se produjeron durante la temporada 2019-2020, contienen una variedad de compuestos bioactivos potenciales en sus cáscaras, pulpa, semillas y jugo. Durante más de 30 años, los flavonoides derivados de los cítricos se han estudiado por sus posibles efectos para la salud. Los flavonoides están representados en seis clases de compuestos, a saber, flavonas, flavonoles, isoflavonas, antocianidinas, flavanonas y flavanoles (Tripoli et al. 2007). Las fracciones de flavona están presentes como glucósidos (típicamente un diglicósido) o agliconas (sin el carbohidrato adjunto). Las flavanonas comunes (formas de aglicona y glucósido) incluyen naringenina, hesperetina, eriodictiol e isosakuranetina, cuyas concentraciones varían según las variedades de plantas cítricas y la preparación de alimentos (Kahn et al. 2014) (Barreca et al. 2017). Se han identificado más de 350 agliconas y al menos 100 glucósidos de flavanonas.
Un breve resumen de la absorción de flavonoides y el metabolismo posadsortivo indica una considerable heterogeneidad en el metabolismo de los flavonoides, y sus posibles respuestas fisiológicas y mecanismos de acción (Cassidy y Minihane 2017). En general, estas sustancias, cuando se consumen como glucósidos y agliconas, no se absorben en gran medida hasta llegar al colon. En esta porción del intestino distal, la microflora autóctona puede hidrolizar y fermentar flavonoides. Si los flavonoides son absorbidos por el epitelio intestinal, se metabolizan en fase I, cuyos metabolitos se transportan al hígado para su posterior metabolismo (fase II), bajo la influencia de al menos 57 genes del citocromo y una serie de isoformas enzimáticas de las monooxigenasas del citocromo P450, y posteriormente se excretan como sustancias polares o se transportan a tejidos diana donde pueden tener efectos biológicos. Es importante señalar que existe una considerable heterogeneidad en el metabolismo de los flavonoides, probablemente debido a la variabilidad genética, y hay una marcada imprevisibilidad de la excreción urinaria y fecal individual durante 12 meses.
Cabe señalar que tras la ingestión de muchos de estos flavonoides, pueden alterar la farmacocinética de los medicamentos. La naringenina en el zumo de pomelo y la hesperidina en el zumo de naranja parecen aumentar la duración de los niveles plasmáticos de fármacos, como la atorvastatina y la metformina, al reducir los transportadores de absorción hepática (Mandery et al. 2012). Sin embargo, hay evidencia de que una combinación de hesperetina y naringenina puede mejorar la inflamación y remodelación de las vías respiratorias durante un estudio de 4 semanas utilizando un modelo murino (Sevedrezazadeh et al. 2015). También debemos recordar que estos flavonoides pueden ejercer efectos fuera del objetivo que afectan a los medicamentos moduladores de insulina (por ejemplo, metformina) y alterar el metabolismo de los lípidos. Por ejemplo, en seres humanos, la administración de glucósido de hesperidina (500 mg/día) durante 24 semanas produjo una marcada mejoría en los perfiles lipídicos plasmáticos. La administración de hesperidina (800 mg / día) o naringina (500 mg/día) en forma de cápsula produjo resultados inconsistentes en la mejora de los perfiles de lípidos plasmáticos, incluso entre individuos ligeramente hipercolesterolémicos (Miwa et al. 2005) (Demonty et al. 2010). Estos niveles equivalen a aproximadamente 1,4 litros de jugo de naranja o 2,3 litros de jugo de mandarina. Las interacciones o dinámicas de otros flavonoides y su biodisponibilidad respectiva en jugos en estos estudios fueron obviadas.
Si los flavonoides son absorbidos por el epitelio intestinal, se metabolizan en fase I, cuyos metabolitos se transportan al hígado para su posterior metabolismo.
A medida que los patrones dietéticos basados en plantas se promueven a través de pautas dietéticas y son defendidos por los consumidores, un análisis de los datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de 1999-2002 sugiere que la ingesta total media de flavonoides es de aproximadamente 200 mg/día. Curiosamente, la ingesta de flavonoides de jugos de cítricos y frutas cítricas fue de solo alrededor del 6% de la ingesta total, mientras que el té representó casi el 84% según 358 códigos alimentarios (Chun et al. 2007).
Las formas de glucósido y aglicona de algunas flavanonas, como la naringina y la hesperidina (formas de glucósido) y la naringenina y la hesperetina, sus respectivas agliconas, han sido objeto de considerables investigaciones sobre posibles efectos beneficiosos para la salud (Zhao et al. 2020). Por ejemplo, la naringina y la hesperidina pueden inhibir la producción (especies reactivas de oxígeno) y reducir la sobreexpresión de moduladores proinflamatorios en células de macrófagos y células epiteliales pulmonares (Yang et al. 2012).
Una revisión reciente sobre enfermedades neurodegenerativas, como la enfermedad de Alzheimer y la enfermedad de Parkinson, que afectan principalmente a personas mayores de 60 años, indicó dosis de 3 mg/kg a aproximadamente 50 mg/kg, dependiendo del compuesto administrado a ratas o ratones durante un corto período de tiempo, puede reducir la disfunción neuronal inducida en insultos experimentales agudos y crónicos (Cirmi et al. 2016).
Si bien la evidencia emergente sugiere que puede haber algunos beneficios para la salud asociados con los flavonoides cítricos dietéticos, sigue habiendo una serie de desafíos de investigación dirigidos a estudios futuros. Como señalaron Cassidy y Minihane (2017), es necesario realizar ensayos clínicos para dilucidar la relación entre el metabolismo de los flavonoides y organismos específicos dentro del microbioma intestinal normal, la necesidad de establecer biomarcadores clínicamente relevantes de la ingesta de flavonoides y los resultados metabólicos, y la necesidad de investigar el impacto de genotipos específicos en el metabolismo de los flavonoides.
Si bien estudios recientes sugieren un papel de los flavonoides cítricos en el manejo de la dislipidemia, la resistencia a la insulina, la esteatosis hepática, la obesidad y la aterosclerosis, no está claro cuán consistente o clínicamente significativo puede ser ese papel; además, los mecanismos de resultados favorables probablemente sean el resultado de múltiples procesos. Se requieren estudios de dosis, biodisponibilidad, eficacia y seguridad para impulsar el uso de estos supuestos agentes terapéuticos en el ámbito clínico. Mientras tanto, lo que se puede decir enfáticamente es que hay pocas cosas tan deliciosas, refrescantes y coloridas como las frutas cítricas. Independientemente de los beneficios para la salud, su equilibrio de notas agridulces, agua, ácido, azúcar, vitaminas y flavonoides los convierten en una parte deliciosa e importante de la dieta humana.