El 10 de mayo de 1980, el Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, G. William Miller, anuncia la aprobación de casi 1 1,5 mil millones de dólares en garantías de préstamos federales para la Corporación Chrysler, que casi está en bancarrota. En ese momento, era el paquete de rescate más grande jamás otorgado por el gobierno de los Estados Unidos a una corporación estadounidense.
Fundada como Maxwell Motor Company Inc. en 1913, Chrysler se convirtió en la Corporación Chrysler después de 1925, cuando Walter P. Chrysler tomó el control de la compañía. Su compra de Dodge Brothers en 1928 anunció la llegada de Chrysler como una fuerza importante en la industria automotriz de los Estados Unidos. Después de décadas de expansión, el éxito de la compañía se detuvo a gritos después de que la crisis del petróleo de 1973 llevó a los costos de gas por las nubes y a las nuevas normas gubernamentales para las emisiones. La combinación de estos factores causó problemas a los Tres Grandes fabricantes de automóviles estadounidenses–Ford, General Motors y Chrysler -, ya que la tendencia hacia los llamados «autos musculosos» en la década de 1960 los había llevado a producir vehículos con motores potentes que consumían gasolina. (El famoso motor Hemi de Chrysler, utilizado en automóviles como el Dodge Charger y el Challenger y el Plymouth RoadRunner, fue uno de los ejemplos más destacados.)
En un intento de producir vehículos más ligeros y eficientes, Chrysler compró acciones de la compañía japonesa Mitsubishi, que comenzó a producir automóviles subcompactos en Estados Unidos bajo el nombre de Chrysler en 1970. A finales de la década, sin embargo, Chrysler se encontraba en una situación financiera desesperada. Lee Iacocca, el ex ejecutivo de Ford que se convirtió en presidente de la compañía y presidente de la junta en 1978, solicitó un préstamo federal, basándose en el hecho de que el gobierno no permitiría que el fabricante de automóviles número 3 del país se declarara en bancarrota en una economía ya deprimida. Su apuesta valió la pena: Al explicar la decisión de otorgar los préstamos a Chrysler, el Secretario del Tesoro Miller declaró que el gobierno «reconoce que hay un interés público en mantener puestos de trabajo y mantener una industria automotriz nacional fuerte y competitiva.»
Los términos del $1.5 mil millones en préstamos requirieron que Chrysler recaudara otros 2 2 mil millones por su cuenta, lo que hizo Iacocca al simplificar las operaciones y persuadir a los líderes sindicales para que aceptaran algunos despidos y recortes salariales, entre otras medidas. Su liderazgo personal de alto perfil, combinado con un enfoque en vehículos más eficientes en combustible, condujo a Chrysler a una de las remontadas corporativas más famosas de la historia reciente: En 1984, un año después de pagar sus préstamos gubernamentales antes de lo previsto, la compañía registró ganancias récord de unos 2 2.4 mil millones. Veinticinco años después, sin embargo, la caída en picado de las ventas y la profundización de la crisis financiera global volvieron a meter a Chrysler en problemas, y a principios de 2009 la compañía recibió otros 4 mil millones de dólares en fondos federales. Poco después, bajo la presión de la administración del presidente Barack Obama, Chrysler solicitó protección federal por bancarrota y se asoció con el fabricante de automóviles italiano Fiat.