DISCUSIÓN
Los quistes que contienen LCR a nivel de fisura coroidea son lesiones embriológicas infrecuentes3). La fisura coroidea es la hendidura estrecha entre el fórnix y el tálamo a lo largo de la cual se une el plexo coroideo. Los bordes del tálamo y el fórnix que bordean esta fisura coroidea tienen pequeñas crestas, llamadas teniae, a lo largo de las cuales se une la tela choroidea, la membrana en la que surge el plexo coroideo. La fisura coroidea se forma aproximadamente a las 8 semanas de desarrollo embrionario cuando el piamater vascular que forma el techo epitelial del tercer ventrículo invagina la pared medial del hemisferio cerebral. No se desarrolla tejido nervioso entre el ependima y el piamater a lo largo de esta invaginación que forma la fisura coroidea, creando así el sitio más delgado en la pared del ventrículo lateral. Las arterias coroideas, que irrigan el plexo coroideo, entran en los ventrículos a través de la fisura coroidea. Las venas que cursan en las paredes de los ventrículos salen de los ventrículos sin pasar por el margen de la fisura coroidea en la ubicación subependimaria para llegar a las venas internas cerebrales, basales o grandes 4). Los errores de desarrollo pueden ocurrir en el momento de la formación del plexo coroideo primitivo en cualquier parte a lo largo de la fisura coroidea, formando así un cisto5). Sin embargo, la etiología es aún controvertida. Los quistes pueden ser de la neuroepiteliales o aracnoides type5). Las lesiones son esféricas a ovoides, miden hasta varios centímetros de tamaño2). Sherman et al.5) Revisó los estudios de resonancia magnética de quistes de fisuras coroideas y reportó 26 casos, en su mayoría adultos, con síntomas neurológicos como migraña compleja, convulsiones, trastornos de la marcha, temblores, vértigo, pérdida de audición, parestesia, hemiparesia y escotoma visual. Seguimiento clínico sin desarrollo de síntomas referidos al quiste promedio de 17,8 meses. Ninguno de estos pacientes fue operado. Informaron que los quistes no podían explicar los signos o síntomas de los pacientes5). de Jong et al.3) se notificaron 6 pacientes con un quiste que contenía LCR a nivel de fisura coroidea con síntomas neurológicos como dolor de cabeza, narcolepsia e hiperactividad. A todos los pacientes se les realizó un seguimiento por resonancia magnética que demostró ausencia total de progresión de las lesiones. Se utilizó un tratamiento conservador3). Hay informes limitados sobre quistes de fisura coroidea tratados mediante cirugía. Por lo general, solo requieren seguimiento. Tubbs et al.6) progresión de quistes de fisuras coroideas que fueron tratados con fenestración y posible derivación ventrículo-peritoneal. Baka y Sanders1) reportaron un caso de quiste del plexo coroideo hemorrágico espontáneo en el ventrículo lateral. Se pensó que el quiste era incidental y no estaba relacionado con los síntomas del paciente. Por lo tanto, no se sugirió ningún tratamiento o investigación adicional 1). La diferenciación entre quistes que contienen LCR neuroepiteliales y aracnoides a nivel de fisura coroidea solo puede hacerse mediante examen histopatológico3). La diferenciación de los quistes de fisuras coroideas benignas de otros quistes (neoplasias quísticas o quistes infecciosos) es importante debido a la necesidad de tratamiento activo en este último grupo. Las neoplasias quísticas o quistes infecciosos se excluyeron en nuestro caso debido a la ausencia de un componente sólido, realce de contraste, edema perilesional o efecto de masa. El quiste dermoide también podría considerarse en el diagnóstico diferencial; sin embargo, en nuestro caso, la hiperintensidad de T1 representó hemorragia y no se correspondió con el contenido de lípidos, ya que en las imágenes ponderadas de T2 saturadas de grasa, la parte no dependiente de la lesión era brillante, no siguiendo la señal de grasa. La presencia de hemorragia podría explicarse por la estrecha relación de la lesión con el plexo coroideo del asta temporal o la presencia de plexo coroideo heterotópico dentro del quiste. En los casos de quistes de fisuras coroideas, se recomienda un seguimiento clínico y radiológico de al menos 2 años, mientras que la cirugía está indicada solo en condiciones que amenacen la vida, como hemorragias masivas.