Lazo se sorprendió de que sus nuevas libertades como ciudadano estadounidense le fueran arrebatadas como resultado de la política electoral. Recién salido de 7 meses de servicio que amenazaba su vida y aplastaba su alma en Irak, se le impidió abordar un avión a La Habana para ver a su familia como resultado de las leyes recientemente promulgadas por la Administración Bush que limitaban a los cubanoamericanos a una visita de 2 semanas a la isla cada tres años. No hay si, y no hay peros. ¿Héroe de guerra? No importa.
Lazo, un hombre que flotaba más de 90 millas en una balsa, aprendió inglés y obtuvo grados superiores, arrastró cuerpos y esquivó balas en la guerra, no estaba a punto de quedarse sentado ociosamente. Sorprendido de que la política anticastrista pudiera separar a las familias y evitar que viera a sus dos hijos adolescentes, Lazo fue a Washington a marchar por los pasillos del Congreso, presentó su caso al público con Wolf Blitzer de CNN y escribió un artículo de opinión en el Los Ángeles Times. Se convirtió en la voz principal (y la cara) de resaltar la inhumana política de viajes que aplastaba los sueños cubanos y las relaciones familiares.