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Resultados de la Artrodesis para el Manejo de la Artroplastia Basal del Pulgar Fallida
Maureen A O’Shaughnessy, MD; Mayo Clinic, Rochester, MN; Marco Rizzo, MD; Ortopedia, Mayo Clinic, Rochester, MN
Introducción:
La artritis del pulgar basilar a menudo se trata con artroplastia carpometacarpiana. Cuando la artroplastia falla, a menudo debido al dolor o al hundimiento, se pueden indicar operaciones de rescate. La fusión de la articulación del pulgar basilar es una opción, pero puede tener mayores complicaciones. La literatura actual no describe adecuadamente las indicaciones y los resultados de la artrodesis del pulgar en el contexto de una artroplastia basilar fallida.
Materiales y métodos: Se realizó una revisión retrospectiva aprobada por el IRB de todos los pacientes sometidos a fusión tras una artroplastia de pulgar basilar fallida entre 1990 y 2016. En el último seguimiento, se registraron datos que incluían la fuerza de agarre, el aspecto radiográfico, las complicaciones y la necesidad de cirugía de revisión.
Resultados:
La serie incluye 7 pulgares en 6 pacientes (3 mujeres, 3 hombres) con una edad media en el momento de la cirugía de 53 (rango 45-61). El seguimiento promedio fue de 27,5 meses (rango 9-66). Los pacientes tuvieron en promedio 2 cirugías previas (rango 1-7) y una duración promedio de 42 meses desde la cirugía inicial del pulgar basilar (rango 24-60). Las cirugías previas de pulgar basilar consistieron en trapeciectomía y cirugía de suspensión (6), artroplastia con implante de pirocarbono (2) (figura 1) e intento fallido de fusión después de la cirugía de suspensión (1). Todos los casos optaron por someterse a una cirugía de fusión del pulgar debido al dolor persistente, con un paciente que también se quejaba de hundimiento y deformidad.
La intervención quirúrgica incluyó la fusión entre los metacarpos pulgar e índice y el trapezoide (6) y la fusión entre el metacarpo pulgar y el trapezoide en el marco de una artroplastia de implante fallida (1).
El promedio de seguimiento por imágenes (radiografía o tomografía computarizada) fue de 22 meses (rango 4-61) que mostró fusión en 5/7 pulgares. Los pacientes tuvieron una fuerza de agarre promedio del 64% (expresada como porcentaje de agarre contralateral), agarre aposicional del 72% y agarre de oposición del 79% en el seguimiento final.
Las complicaciones incluyeron una infección menor en el sitio de la aguja tratada con antibióticos orales (2) y herrajes sintomáticos de tornillo que requerían extracción (2). Cinco pacientes presentaron retraso en la unión, 4 fueron asintomáticos y observados. 1 paciente sintomático se sometió con éxito a una fusión de revisión con fijación de tornillo canulado (figura 2).
Conclusiones:
La fusión después de una artroplastia de pulgar fallida es un procedimiento confiable para aliviar el dolor, sin embargo, las tasas de complicaciones son altas (58%). El riesgo de retraso o no sindicalización es alto, con 5/7 pacientes (71%) que experimentan retraso (4) o no sindicalización (1). Este estudio es significativo, ya que permite a los cirujanos proporcionar expectativas razonables con respecto a los resultados de la fusión para la artroplastia fallida de la primera articulación carpometacarpiana.
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