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El descubrimiento, realizado en colaboración con científicos del Baylor College of Medicine en Texas, EE.UU., proporciona nuevos conocimientos fundamentales sobre los mecanismos de la audición. Se presenta en la revista científica en línea Nature Communications.

Antes de que podamos percibir el habla, la música y otros sonidos, las ondas sonoras deben convertirse en impulsos eléctricos en el nervio auditivo, un proceso mediado por las células sensoriales del oído interno. Estudios previos revelaron que el sonido causa un movimiento lateral de los pequeños pelos que se proyectan de estas células que abre y cierra canales iónicos mecánicamente sensibles para crear la sensación de audición.

Es imposible estudiar el movimiento de los cilios humanos porque las células sensoriales están profundamente incrustadas en un hueso grueso, pero en cobayas y jerbos el oído interno está rodeado por un hueso delgado. Utilizando un microscopio especial diseñado internamente, los científicos han podido observar el movimiento ciliar inducido por el sonido.

«Esto reveló algo sorprendente: que los pelos no solo se doblan hacia los lados, sino que también cambian de longitud», dice el Dr. Anders Fridberger, docente y médico del Centro de Investigación Auditiva y de la Comunicación del Departamento de Ciencia Clínica, Intervención y Tecnología del Instituto Karolinska. «Estos cambios longitudinales tienen un efecto importante en el proceso de conversión de ondas sonoras en señales eléctricas, que es necesario para la audición.»

Los científicos muestran que la capacidad de los estereocilios para cambiar de longitud era mayor cuando el potencial eléctrico alrededor de las células sensoriales era bajo, lo que se sabe que ocurre en relación con el daño por ruido y la pérdida de audición relacionada con la edad. La caída de tensión hace que los pelos se vuelvan demasiado suaves, lo que perjudica la función de los oídos.

» Nuestros hallazgos podrían ayudarnos a comprender por qué el oído no funciona tan bien en estos casos», dice el Dr. Fridberger. «Y tal vez algún día se puedan utilizar en el desarrollo de un nuevo tratamiento para la discapacidad auditiva. Si podemos usar un medicamento para restaurar la rigidez normal de los cilios, podríamos hacer que el oído funcione mejor,pero esto es algo para un futuro lejano, si es posible. Lo que debemos hacer ahora es descubrir el mecanismo exacto que controla la rigidez ciliar.»

El estudio fue financiado con subvenciones del Consejo Sueco de Investigación, el Consejo Sueco para la Vida Laboral y la investigación social, las Fundaciones Wallenberg, la Fundación Tysta Skolan (Escuela Silenciosa), la Asociación Sueca de Personas con Problemas Auditivos y los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos.

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